domingo, 25 de agosto de 2024

25 de agosto

 He madrugado para ir a correr. Algo impensable hace años. Será que con la edad se activa el «modo madrugador». Tener ya 45 (recién cumplidos) me hace ver más cerca los cincuenta y sentirme alejado de los cuarenta. ¿Crisis existencial? ¿Comeduras de tarro de los que tenemos lo básico cubierto? No me apetece pararme a pensar demasiado. Muchas vueltas a las cosas traen a veces bucles perniciosos. Me conformaré con correr y leer.

Ayer por la noche retomé «Los escorpiones» de Sara Barquinero. Cada vez que leo este libro tengo pesadillas. Salvo ayer. Será porque he dormido en una antigua casa cuyos suelos de madera crujen con cada pisada. ¿Será que el campo diluye los terrores nocturnos? Será, será…

Al ir a correr las babosas me ha acompañado. Curiosas y marrones see ven por estas tierras. También me he cruzado con un señor ya bien mayor, que imagino que estaba dando su paseo diario. Se ha girado de repente a saludarme al ponerme a su altura. Me he sentido atravesado por sus ojos azules cuando su cabeza se ha vuelto hacia mí.
Después venía por el camino una chica con tres perros de gran tamaño. He sentido una pizca de temor. No me apetecía tener que acelerar para librarme de los ladridos. Los ha llamado y enseguida han acudido a su lado. Buenos animales.
Tras un rato he llegado al pueblo de al lado. Cansado del camino asfaltado he cogido otro con más piedras, hierba y desnivel. El camino estaba rodeado de campos de panizo. De vez en cuando se escuchaban ruidos fuertes dentro de las plantaciones. Mi cabeza ha empezado a imaginar un jabalí saliendo al camino. ¿Qué hacer si ocurre? Correr como un condenado, jajaja

Poco después el camino ha terminado y he vuelto a la casa. El gato que custodia las posesiones, amo y señor de los campos y caminos, ha salido a saludarme. Ahora toca estirar y re-desayunar.









El Galacho en primavera. #2025